sábado, 13 de diciembre de 2008

De viaje

La hora no existe, el destino es incierto. Lo único que veo en mi camino son esas lineas blancas que están una a continuación de otra, las cuales veo pasar a una gran velocidad. Al mirar por la ventana del ómnibus veo como esas lineas se alejan y llegan otras. Hasta que llego a mi destino, una terminal de color blanco y compuesta por calles de tierra, que dan cuenta que llegue a mi destino. San Clemente, una ciudad balnearia del Partido de La Costa, la cual me dio la posibilidad de conocer Mundo Marino y Las termas.
En Mundo Marino viví un sueño que desde pequeño fue opacado por mi directora de la primaria, la cual impuso que no debíamos ir por que eramos conflictivos como grupo. Pero bue.. corrió mucha agua debajo del puente y fui,conociendo a los lobos marinos, los delfines y a las pingüinos, jeje...!!
Luego me dirigí a otro de mis destinos, las termas. Un lugar en donde se encuentran piletas con diferentes temperaturas, las cuales te relajan y te desconectan de la realidad.
Asimismo, me deleite en las playas juntando caracoles y realizando diferentes caminatas que me desconectaron de la realidad por unas horas.
Así fue este viaje que tuvo de todo un poco y en el cual pude cumplir uno de mis sueños.

viernes, 3 de octubre de 2008

La cantabrica , "Un lugar de recuerdos"


Apenas, uno llega puede escuchar ese ruido a maquinarias que recorren las calles del barrio "La Rural", las cuales albergan esos recuerdos imborrables de la infancia.
Infancia en las que la calle era un lugar de enseñanza y aventuras para un puñado de niños con valor, espíritu y picardía. Quienes supieron aprovechar esas largas calles de tierra, compuestas por escombros y pastos amarillentos que dieron a este lugar un toque especial para que cada día estos niños pudieran ver las pequeñas cosas de la vida.
Como puede uno luchar con este amor interminable por este barrio, que acompañado por el canto del zorzal y una suave ventisca nos supieron cautivar para que cada tarde a la salida de la escuela nos internáramos a recorrer su calles para llegar a otros de nuestros destinos, las vías.
Pero que vías, llenas de oxido y desgastadas por la erosión del tiempo, sirvieron para cumplir otros de nuestros sueños.
El maravilloso mundo del tren, que llegaba desde los lugares mas recónditos de Buenos Aires para que nos colgáramos en la calle Goria y luego nos tiráramos en la estación de Haedo.
Épocas que quedaran plasmadas en el imaginario de cada uno de nosotros, marcándonos como personas que supieron aprovechar estas pequeñas cosas de la vida.